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martes, 3 de enero de 2012

ENTREVISTA CON ANDREA PRODAN – 24/11/2004

“Luca era como una bomba atómica, llegaba y cambiaba todo”

Si uno mira la frente de Andrea Prodan, si lo escucha hablar, incluso si lo escucha cantar, no puede dejar de pensar en su hermano Luca, aquel que llegó en la década del ´80 y rompió con todo lo establecido en el rock nacional. Pero Andrea es algo más que “el hermano menor”. Actor, músico, autor, vinculado a todo lo que pueda llamarse arte, tiene muchas historias para contar, y todo el sentido del humor para que estas sean más ricas de lo que originalmente son. Un día después de tocar con parte de su nueva banda “Roma Pagana”, Andrea habla de su vida, sus proyectos, su experiencia como cantante lírico, su amor por la Argentina, de Divididos, Las Pelotas, y claro, también de Sumo. Siempre será encantador recordar a Luca.


-Años atrás sacaste “A viva voce” (disco grabado totalmente con la voz).
-Sí, en 1995 volví a Argentina para sacar este disco, es una historia extremadamente larga, pero te la hago corta: empecé a ver si podía grabar un disco haciendo todos los instrumentos con la voz, estaba en Bologna, Italia, y todos se recoparon, pero como son italianos de esta época, rápidamente surgió la pregunta “¿cuánta plata vamos a hacer con este disco?” Entonces yo pensé “acá la voy a pasar mal”, por lo que llamé a Timmy McKern, manager de Sumo y amigo de mi hermano, para que me tire onda acerca de qué tenía que hacer en estos casos, porque yo del rock no conocía a nadie en Italia. Él me dijo: “Es increíble, pero justo me llamás hoy que tengo las llaves del estudio de grabación que siempre quise tener con Luca en las sierras”, y me incitó a venir a grabar el disco acá. Al mes siguiente estaba en Argentina grabando, cuarenta y cuatro días bíblicos haciendo clin clin clin, guitarra, tu tu tu ru ru tu tu, bajo, chi chi pum, batería, de todo, trompeta, me terminé volviendo completamente loco pero estuvo buenísimo.

-Una especie de esquizofrenia te agarró.
-Sí, tuve una crisis esquizofrénica, pero valió la pena.

-Jodido para presentar en vivo el disco…
-Imposible, por eso tardé muchos años para descubrir como se hace, hasta que me dijeron “es fácil, agarrá cuatro flacos que tocan y armás una banda”, por lo que me armé una banda (risas).

-¿Siempre te la pasaste imitando sonidos con la voz?
-Sí, cuando estaba en el colegio tenía al profesor que decía “ahora basta”, en ingles: “shut up now, boys”, y venía el silencio porque si no te cagaban a palos, y ahí yo empezaba con los ruidos, prrrrrrrr. Siempre estuvo eso, mi sueño es hacer el disco blanco de los Beatles todo vocal, un día lo voy a hacer. Cuando hacía el servicio militar en Italia me mandaban arriba con un rifle, y tenía que estar horas esperando que vengan supuestos terroristas y yo tenía que estar esperando ahí, por lo que me cantaba todo el disco, hasta que un día dije “estoy enloqueciendo” (risas). Después de un año me cantaba todo el album Blanco con todos los instrumentos, por lo que dije, “tengo que hacer plata con esto” (más risas).

-¿Cómo empezó tu relación con la música?
-Bueno, me da un poco de vergüenza contarlo acá entre hombres, pero cuando yo tenía once años era el capo solista del coro más famoso de Inglaterra, tenía esa cosa rara en la voz (imita una voz aguda) y las viejas decían “miren a ese chico como canta”, y ese era yo. Grabé dos discos, por lo que en realidad A viva voce no es mi primer disco. Después un día pasó algo físico, las dos pelotitas cayeron y la voz ya no fue igual.

-¿Los tenés los discos?
-Sí, tengo uno y el otro lo tengo escondido, me da vergüenza, tiene una foto espantosa, pero el otro a veces lo muestro y todo, pero no lo escucho. Un día si quieren lo traigo, ponemos un tema y nos cagamos todos de risa.

-¿Pero seguiste con la música después?
-Después de esa cosa física, yo empecé a escuchar mucho, y tenía un hermano mayor que todos ustedes conocen, quién tenía una cultura musical enorme, llena de pasión.

-Trabajaba en una disquería, ¿no?
-Sí, en Londres, pero eso fue después. Pero en ese momento Luca era un chabón más hippie, con el pelo largo, fumaba muchísimo y escuchaba todo el tiempo música, y no hacía un carajo. Me pasaba entonces toda la música. Después sí, cuando empezó a trabajar en la disquería me pasaba discos de punk rock, que era lo que más me gustaba a mí, después se enganchó él también, y nunca habíamos pensado, ni él ni yo, que iba a terminar en Argentina, y fue increíble. Porque yo lo vi casi morir, estuvo en Londres una semana en coma, muy mal, y al año me estaba llamando de Argentina que había armado una banda, y nos decía a mi hermana y a mí que viniéramos, por lo que vinimos y fue realmente impresionante ver a esta banda, este bicho en vivo.

-Participaste en una gira vos…
-Eran tres fechas en el interior, en Federación, Entre Ríos, también en un lugar que se llama Chajarí, donde tocaron en un galpón, un aeropuerto, sacaron todos los aviones y tocaron ellos. Como siempre estaba el tonto del pueblo que se recopaba bailando, y los otros miraban nada más, no les gustaba Sumo. De repente Luca paró todo y dijo “el único que la tiene clara acá es él”, lo invitó a subir al escenario, y cuando el alcalde del pueblo vio que el tonto era el héroe de la noche se puso mal, entonces también se puso a bailar, y todos hicieron lo mismo, y terminó siendo un quilombo terrible. Yo vi eso y dije “típico de Luca”. Luca era como una bomba atómica, llegaba y cambiaba todo, Luca cambió el pueblo. Ya en café Einstein, verlo era más normal, porque iba gente que buscaba algo raro, pero lo bueno era verlo en lugares donde le gente lo último que había visto era Sergio Dennis, y esto era muy distinto, muy raro.

-¿En Federación fue donde se produjo el encuentro con las pirañas que nos contaste una vez?
-Sí, mucho calor, y todos dijeron de tirarse al río. Los chicos eran como pendejos muy niños, se sacaron todos la ropa y se metieron adentro. Y me decían “dale boludo”, porque yo era el europeo que no se quería ensuciar la ropa, “pero pelotudo tirate”, y yo me empecé a sacar la ropa, pero de repente ví un cartel que decía, porque yo no sabía mucho de castellano, algo así como pe-ligro no arro-jarse, zona-de-pirañas o algo así. Yo empecé “che, Luca, pirañas, peligro…”, y me gritaba “¿qué boludo?, dale, callate”. Finalmente salió Germán (Daffunchio) y empezó a gritar desaforado y todos salieron cagando, nunca lo vi a Daffunchio correr tan rápido. Era un cartel que decía que no había que cruzar con las vacas porque estaba lleno de pirañas, y para mí como europeo la piraña era un mito, era como ver un canguro en el centro de Buenos Aires.

-¿Te gustó mucho Sumo, te hiciste fanático de la banda?
-No, fanático no porque es muy difícil ser fanático de tu hermano, pero lo que me pasaba a mi era que yo estaba en Europa y Luca me mandaba temas a mí antes de grabar, incluso versiones distintas y pedía mi opinión. Yo le decía “está re bueno pero dale un poco más de producción” y el me decía “vos sos un pelotudo…” (risas) Yo le comentaba que se escuchaba que estaban enchufando el bajo por allá atrás y me respondía “pero pelotudo eso está buenísimo”. Ahora todos lo hacen, pero antes, en los ´80 no, todo tenía que ser perfecto, y en ese sentido Sumo era una banda que estaba adelantada hasta en eso, el hecho de cautivar la realidad del momento del vivo y dejarlo suelto.

-Quizá fue eso lo que rompió el molde en Argentina, la innovación que trajo Sumo.
-Totalmente, porque había músicos buenos pero así prolijitos, y él (Luca) quería captar algo así como la onda de lo desprolijo pero a la vez lindo. Por lo que yo ví, Sumo era muy superior en vivo que cuando grababa, y ellos mismos quedaban siempre incómodos con lo grabado, pero es increíble que igualmente ponés un disco hoy y anima la fiesta. Yo conozco chilenos en Roma, gente de la embajada chilena, que arman una fiesta y ponen música chilena comiendo sanguchitos de caviar, ¡y de repente ponen Sumo! Se arma un quilombo increíble y dicen: “en Chile es así siempre, ponés Sumo y se arma la fiesta”.

-¿En que año volviste?
-En el ´87, hay toda una historia de que yo iba a venir a verlo y se murió un día antes. Fue una cosa muy fuerte, al final vine con mi madre, estuvimos acá para todo el post entierro y esas cosas. Volví un año después y me quedé tres meses en Córdoba con Timmy para comprender un poco que había pasado. Ahí me fui y decidí no volver más hasta que sucede lo del disco y se pusieron en marcha otras cosas, empecé a rebotar entre Italia y Argentina hasta que me instalé acá.

-Por el año ´88 estuviste en Córdoba con los chicos de la banda, ¿no?
-Sí, en ese periodo hasta había una idea de ver qué hacer con Sumo, una propuesta generalizada de seguir con Sumo si yo me copaba para cantar, pero algo me decía que no. Puedo aceptar que tengo gustos parecidos a los de Luca, incluso la voz, pero no podía atarme a eso que sería una jaula para mí.

-Además Luca era algo muy grosso acá…
-Claro, y después volví el año 1995 y canté mucho con Las Pelotas, hasta hicimos unos Obras…

-En River, cuando vinieron los Rolling Stones estuviste también.
-El último día, cantamos "Waiting for 1989 (No Tan distintos)", estuvo buenísimo, los chicos me incitaron a que cante, y en ese sentido Las Pelotas son copados, también Divididos, porque en Sumo era “lo hacemos si tenemos ganas, si no nos importa”, y eso casi nunca es así, vos sabés como es, todo era más organizado pero ellos lo hacían solo si tenían ganas, y ese día era “querés cantar, bueno dale, vamos”. Decidieron hacer "Heroine" y salieron a tocar, yo estaba en el camarín y de repente me agarró una sensación fea y dije “yo no quiero hacer Heroine, es un bajón”, o sea, cerrar el show así no daba, la heroína era una parte del final de la vida de mi hermano. Entonces se me ocurrió hacer algo más light, les comenté a los plomos, enseguida les dijeron a los de la banda y cambiaron el tema.

-Hubo un intento de reencuentro de Sumo en escenario en el año 1997, en Uruguay, vos estuviste también.
-Así fue, pero la verdad fue que después lo agarró MTV, quiso hacer el business, con las entradas, los viajes, y demás; y el elemento más sensible que tiene Arnedo ante todo este tipo de manipuleo apareció, se puso loco y dijo “yo no toco”. Ahí se armó la mala leche, reacciones de Daffunchio y los de Las Pelotas que dijeron que entonces tampoco querían tocar, y de un momento al otro se armó. Y los organizadores “dale, vamos Sumo. Uh, perdón, no es Sumo” (risas). Yo aparte estaba totalmente borracho, llegamos a Montevideo a un mercado y me tomé como ocho vinos. Después cuando tuve que salir a cantar no sabía lo que estaba diciendo, y algún periodista al otro día dijo algo así como “al borde del delirio Andrea Prodan casi caga la noche”, otro que quiso ser más bueno puso “el único que volvió a recrear la sensación de descontrol de Sumo fue el hermano del recordado líder”, esas frases que ponían, y yo no sabía lo que estaba pasando (risas). Cuando terminó el show, atrás del escenario hasta me peleé con el pobre Sokol, nos tiramos sillas y se armó un poco de mala onda. Al otro día nos abrazábamos, “eh, loco te quiero; yo también… andá a cagar” (risas). Ese fue el bodrio de Uruguay. Ojo, el asado estuvo bárbaro (carcajadas).

Andrea Prodan se dispone a comenzar el set acústico, y entre preparativos y reacomodamiento de lugares, continúa con su anecdotario:

-Acá se escucha en todo Martínez, puede ser que nos esté escuchando el papá de Mónica Stromp, que era novia de Luca. El papá es un señor que es director de Ford Argentina, y el tema famoso que dice “en Martínez vivo, me gusta el rugby, me gusta el rocanrol” (Cinco fantásticos), era dedicado al papá de Mónica que era un poco… garca. (le manda un mensaje en inglés al señor). Le caigo bien.

Suena la guitarra y comienza “This internacional”, una radiografía de la familia Prodan, y también de todos los argentinos, es una mezcla de idiomas explica Andrea.

-¿Qué música escuchás ahora?
-Yo escucho un poco como todos, lo que pasan en las radios lo escucho pero no es muy interesante, está el rock rollinga inglés medio poposo que volvió, y me parece un plagio muy obvio de cosas que ya existían antes. O sea, todo bien, no se puede seguir inventando, hay periodos en los que se procesa lo del pasado, hay muchas bandas que están haciendo eso. Pero yo escucho mucha música vieja, y para comer está bueno quizá poner música clásica.

-¿De Argentina te llama la atención algo?
-A mí me interesan algunas bandas que vi por casualidad y después quise saber más, como Doris, que sacaron ahora el segundo disco que se llama "Doyle, la opereta del gaucho drogado", todavía le falta algo de madurez pero es una buena banda. Hay cosas de Babasónicos también, yo puedo detestarlos, antes era como mi banda fetiche, pero tengo que admitir que hay cosas que están buenas, hacen un rock bien confeccionado, medio poposo, tienen un… bah, no sé. Yo tuve la suerte que cuando tenía 16 años estaba en Londres viendo a The Bubscocks, Magazine, The Clash, todas esas bandas, y vos estás frente a gente que la tiene muy clara. Pero me parece un buen periodo en Argentina, creo que es un país que tiene mucho rock, escucha mucho lo que viene de afuera, y con el tiempo creo que va a formar una música de rock interesante, tiene muchos recursos.

-O sea, mezclando cosas de afuera con genuinas, propias de acá.
-Bueno, yo lo que quise hacer con mi banda era traer la fórmula británica, un poco de rock pero con la onda argentina, sudamericana, que es más pasional; y Luca hizo lo mismo, se encontró con un chabón como Diego Arrendó que es un bajista que a nivel mundial en el rock es una bestia, pero no es muy prolijo, hay muchos tipos que son prolijos, pero este tiene una onda, una fuerza… Y todos, hasta Daffunchio, que pueden decir que es limitado, pero lo que estaba haciendo él en el ´82 con su guitarra era igual a lo que hacía The Edge (guitarrista de U2), y ni lo conocía porque nadie todavía conocía a U2, pero usaban los mismos acordes, cosas parecidas. Yo vi a U2 en 1981 en Inglaterra, eran cuatro pendejos con look pésimo que tocaron en la universidad donde yo estaba, me pareció una buena banda pero nunca me imaginé que iban a llegar a tanto, había otras bandas buenas también. Cuando vine acá a los seis meses le dije a Germán Daffunchio “che, flaco, ¿sabés que tocás igual a uno de una banda de Inglaterra que se llama U2?”, y a él le importó un carajo. Ahora cuando lo recordamos dice “claro, que te pensás, jejeje, soy el genio” (risas). Yo creo que Luca tuvo la suerte de tener toda la cultura y la onda que él traía, y juntarse acá con gente que tenía una energía enorme. Es así, Europa es un fosforito, y acá es la antorcha.

Andrea vuelve a hacer sonar la guitarra, nos habla de un jamaiquino famoso, y nos regala una bella versión de “Redemption Song” de Bob Marley, “pero la voy a tocar en castellano, para que escuchen la letra”. Maravilloso.

Como yapa, para despedirse, canta “Take a last train”; la nota termina, y una sensación de alegría y satisfacción invade el cuerpo de todos nosotros.

Nota: Pedro Guerrieri, Pablo López, Guido Prandini y Sergio Visciglia.

24 de noviembre de 2004

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